miércoles, 6 de marzo de 2013

La vida y el alma


¿Qué sería de la vida sin saber que la podemos perder?

Sentir que somos eternos para hacer lo que deseamos nos da seguridad y tal vez nos libra del temor, esa confianza nos da cierto grado de satisfacción pero ¿qué sucede cuando situaciones cercanas a la muerte nos recuerdan que la vida es frágil?  

Al encontrarnos con situaciones así podemos entrar en un estado de valoración y aprecio por la vida y nos remontamos a lo finito de nuestra propia existencia, el descubrir verdaderamente que la vida tiene caducidad te abre la puerta a diferentes interrogantes, comienzas a indagar en tu interior para preguntarte si ¿realmente vale la pena lo que has estado haciendo? ¿qué te gustaría hacer realmente? ¿cuál es tu misión en ésta vida? ¿porqué tu estás aquí mientras que otros se han ido?

Cuando llegamos a ese estado las situaciones materiales van perdiendo peso, porque comenzamos a tocar nuestra propia alma,  nos replanteamos nuestra  vida y existencia.

La vida es un regalo, nuestro cuerpo es un hermoso estuche que nos permite sentir una cálida brisa y los rayos del sol. Somos un alma que es parte de todo y de todos pero que a su vez está experimentando la experiencia de vivir.




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